Empezamos haciendo todoterrenos como meras herramientas de trabajo lejos de las ciudades y la contaminación. Luego evolucionaron para poder llevarnos donde antes no llegábamos, y vivir aventuras y al final los que subsistieron, lo hicieron como grandes y caros juguetes.

Luego llegaron los SUVs. Empezamos usándolos para llevar juguetes. Evolucionaron para poder llevarnos a donde antes no podíamos (no podíamos aparcar) y ahora los usamos como meras herramientas para ir al trabajo (incluso los días de alta contaminación).

Prueba y Fotos: Fernando González Ferreira @FUR_R

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Auge, apogeo y decadencia.

Y ya está, ese es el ciclo natural, auge, apogeo y decadencia del TT/SUV. Pero muchas veces, en el final de los ciclos, en su decadencia, es cuando surgen las ideas geniales o el germen del siguiente movimiento, pero también las excentricidades y el copiarse a sí mismos de tal manera que acaban desposeyéndose de cualquier tipo de razón de ser.

En el arte y en especial en la arquitectura, ocurrió con el Gótico y el Gótico flamígero. En este gótico tardío, los arcos eran tan apuntados y las estructuras con tantos nervios pétreos, que las catedrales parecían árboles en llamas – de ahí el nombre-. Las estructuras eran más altas y más esbeltas que en el gótico pero no por necesidad, sino por capacidad técnica.

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Algo parecido está pasando con los SUVS, ya que el concepto de automóvil para usar fuera del asfalto ha terminado volviendo al asfalto. Por eso hoy en día siguen saliendo todocaminos al mercado que no van a pisar tierra en su vida y encima con potencias por encima de los 300 cv. como la de este F-Pace, prestaciones ilógicas y posíblemente inútiles, pero fruto de esa ansia por el exceso que marcó la decadencia del Gótico.

Si hablamos de lujo y equipamiento, podemos encontrar de la misma manera un paralelismo con el Barroco y el Rococó. En el primero el adorno se usaba para darle un valor añadido a la estructura pero en el Rococó el adorno ya no era parte de la composición sino un objetivo en sí mismo. En ambos estilos los elementos decorativos eran similares, pero mucho más recargados en el último. Casi se puede decir que en arquitectura se introducían tantos adornos como cabían y en automoción tanto equipamiento y tecnología como como cabe literalmente en el salpicadero.

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El final del camino.

Cuando la técnica te permite hacer SUVs tan rápidos como coupés deportivos y tan lujosos como berlinas de representación, el concepto SUV se desdibuja hasta ser un mero contenedor de soluciones industriales.

Por eso la evolución del SUV urbano volverá a acabar en el compacto o utilitario, la del SUV viajero acabará pareciéndose a una ranchera y el SUV coupe (Dios mío, he vuelto a decir SUV Coupe) acabará volviendo a ser un deportivo sin más. Porque salvo honrosas excepciones solo sobrevivirán los segmentos que se crearon para “solucionar necesidades”, necesidad de transporte urbano, necesidad de largos viajes o necesidad bajar de 9 minutos en Nürburgring, si esto es una necesidad, que lo es.

Hasta que esto ocurra, todavía llegarán al mercado SUVs “gótico-flamígeros” de altas prestaciones y “Barroco-Rococós” equipados hasta arriba y con interiores de altísima calidad.

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Flamígero.

El F-Pace es, naturalmente, un SUV, pero es sobre todo un Jaguar.
Un Jaguar de tracción total y 300 cv. diésel, pero con una potencia más orientada a alimentar al tren trasero que al delantero. Por eso es más ágil que la competencia, colocándose por encima de un BMW X4 pero todavía por debajo del insuperable Porsche Macan.

Y digo insuperable, porque si en el “Porsche de los SUVs” la sensación al volante es de ir en un turismo, en el caso del Jaguar la sencsación es más de ir en un SUV deportivo, pero SUV al fin y al cabo. Las inercias y el centro de gravedad más alto están ahí y solo la electrónica consigue mantenerlos a raya. Al final es un SUV rápido, preciso y cómodo siempre que el asfalto sea impecable, de no ser así la precisión y la comodidad se penalizan haciendose percibir como más subvirador en curvas lentas.

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Esto nos ha parecido particulamrmente extraño, ya que el sistema AWD de Jaguar es permanente, sí, pero en condiciones normales manda solo el 10% del par a las ruedas delanteras y aún así subvira en ocasiones.

Quizás la mayor anchura de vías y batalla resten algo de agilidad en conducción deportiva y que ese tránsito de “casi tracción trasera” a “casi tracción total” sea el que genere esa sensación de subviraje. Sea como fuere, con 700 Nm. de par no son fáciles de digerir para un trasera, por ello el sistema Intelligent Driveline Dynamics (IDD) de Jaguar, que es predictivo, esté mandando – mediante un embrague hidráulico multidisco – más fuerza al tren delantero antes de lo que esperas, primando la tracción óptima y la seguridad frente a ese redondeo de curvas que sí obtenemos en las versiones menos potentes de tracción trasera.

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Para bien o para mal, no hay ninguna versión de tracción trasera que alcance los 6.3 seg. en los que llega a 100 km/h el 3.0d así que en este caso las prestaciones van sólidamente unidas a la seguridad. De hecho la entrega de fuerza es más dócil y se distribuye en el rango medio de revoluciones, con menos patada abajo que el Macan pero con una entrega más lineal.

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Rococó.

El interior del F-Pace es impresionante. Tanto por calidad de factura como por dotación tecnológica.

Si en el Rococó contabamos con enormes palacios de complejas distribuciones con gran número de estancias, una para cada uso, en el F-Pace disponemos de Toda la tecnología del grupo Jaguar-Land Rover a nivel de dinámica tanto dentro como fuera de asfalto, como el Control de tracción con “Torque Vectoring” para una dinámica deportiva, el “Adaptive Surface Response” para buscar la mejor tracción en campo, el “Configurable Dynamics” para un ajuste de la respuesta del motor, del cambio automático, de la dirección y de la suspensión a los gustos del conductor.

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Si en el Rococó no se escatimaba en volutas, motivos florales y diseños orgánicos y asimétricos para el deleite del respetable, en el Jaguar contamos con todas las florituras que hacen que conducirlo sea todo un placer, como el control de aparcamiento 360º, Control de crucero adaptativo (ACC) con seguridad a baja velocidad “Queue Assist”, llamada de emergencia y asistencia optimizada “InControl Protect” o el Reconocimiento de señales de tráfico con limitador de velocidad inteligente.

Y si en el Rococó se hacía un uso masivo de los mejores materiales como Marmol, Estucos , maderas talladas, hierro y bronce, este SUV premium podemos equiparlo con Asientos delanteros térmicos y refrigerados y traseros térmicos, asistencia automática de cierre de puertas, Cuadro de instrumentos TFT de 31 cm (12,3″), InControl Touch Pro Pack con sonido Meridian Digital Surround con 16 altavoces + subwoofer y 825 W de potencia, que son 1.10 cv. sólo en el equipo de sonido.

La vuelta a los orígenes (o no).

Si estamos ante la traca final de los SUVs, el Jaguar F-Pace es un buen ejemplo. Si hablamos de que los estilos arquitectónicos más reconocibles fueron abandonados para recobrar la ética en la función y no en la forma, tras un hartazgo provocado por el exceso y la superficialidad, no paree descabellado que vayamos a vivir un “Neoclasicismo” en la automoción.

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Efectivamente, un F-Pace con esta transmisión y motorización está disponible desde 62.000 €, pero equipándolo con todo podemos incrementar su precio hasta casi un 30% más, y eso es un gasto casi obsceno.

Pero a diferencia del Neoclasicismo arquitectónico, que volvía a la arquitectura clásica, y a sus composiciones sencillas y reconocibles, en el mundo del motor sí se va a recuperar el valor de la función, la eficiencia y la sobriedad, pero no mirando al pasado sino al futuro.

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Porque el SUV ya está demostrando que cuando hablamos de adoptar la tecnología eléctrica, sea o no por accidente, es el segmento más preparado para alojar grandes y pesadas baterías en sus suelos elevados sin perjudicar demasiado la dinámica de conducción. Para muestra está el nuevo Jaguar I-Pace, que aunque por tamaño y segmento podría ser la versión eléctrica del F-Pace, rompe radicalmente con él y se cimienta sobre una plataforma totalmente nueva y nacida para ser eléctrica.

Ya no se seguirán desarrollando costosos y pesados sistemas de transmisión, ni embragues multidisco, ni complejas cajas de cambios de más de 8 velocidades. Habrá un cambio de filosofía en el que todo será más tecnológico, sí, pero a la vez más lógico y sencillo.

La “I” sustituira a la “F” y serán mejores coches, pero no puedo dejar de reconocer que Los F-Type como los F-Pace, serán admirados dentro de unos años como una extravagante decadencia que sin duda echaremos de menos.

Cliente objetivo

En automoción como en el arte, existe un efecto péndulo, de formas curvas a aristas, de gasolina a diésel y vuelta a la gasolina, de berlinas a SUVs y vuelta a las berlinas, pero ahora hay un elemento que marcará un cambio de rumbo tras el declive de los SUV y que volverá a darles sentido. EL F-Pace es el último canto de cisne de los SUVs tradicionales, en extremo deportivo, en extremo lujoso, en extremo ilógico pero como la Catedral de Tours o el interior de la Iglesia de Wies en Baviera, será recordado como un “5 estrellas” en los libros de historia del arte.

Le quiero dedicar esta prueba a mi profesor Joaquín Lorda Iñarra, de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, que nos dejó hace ahora 2 años y que fue el culpable de que hoy en día todavía sepa dibujar medianamente bien.

Si además de leernos quieres escucharnos, aquí te dejamos el link al programa de radio Vuelta Rápida GT en el que hablamos de arquitectura (y de coches). A partir del minuto 3.

 

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