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¿Recordáis cuando los primeros híbridos eran puestos en duda por su autonomía? Luego llegaron las restricciones de tráfico, bien por niveles de contaminación o bien por zonas “medioambientalmente protegidas” dentro de la ciudad. ¿Recordáis cuando los primeros deportivos eléctricos sacaron los colores a los modelos de combustión que poblaban nuestras carpetas y pósters? Hoy en día nadie pone en duda la supremacía evolutiva de los motores eléctricos, sus fulgurantes aceleraciones e incluso sus actualizaciones, que hacen que un coche con unos años en el mercado no sólo no envejezca, sino que sea mejor incluso que cuando lo compramos.

No sé si estoy escribiendo esta prueba hoy o dentro de 10 años, casi mejor que la leas y después imagines en qué momento de la historia comenzaría a tener sentido.

Texto y Fotos Fernando González Ferreira. @FUR_R.

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Ayer.

Los medios especializados llamaron al Audi RS6 Performance “Monstruo”, “Bestia”, “Radical”. La verdad es que todavía me tiemblan las piernas pensando en el día en que lo probé por primera vez.

Recuerdo que en el programa de radio en el que colaboraba (no sé si sigo haciéndolo, creo que sí) contábamos con uno de los mejores bancos de potencia de Europa, el de Vagspeed Motorsport, y era imprescindible porque pocos bancos podían medir coches de tracción total.

Los resultados fueron espectaculares. Quizás no tanto por la potencia máxima, que con 598 cv. quedó imperceptiblemente por debajo de la anunciada, sino por los 925.68 Nm de par obtenidos, muy por encima de los 750 Nm. anunciados por el fabricante.

Tener 900 Nm. a 2.500 rpm era el dato más alto que habíamos podido verificar en ningún coche que hubiésemos probado hasta entonces, coches de serie, naturalmente. Quizás el dato no te diga nada, pero simplificando significa que sus dos toneladas de peso no se notasen y que la sensación de conducirlo en carretera abierta provocaba una especie de desazón, sabiendo que nunca podrías explorar sus límites.

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Independientemente de ello, el coche era rápido, vaya si lo era. Las recuperaciones eran instantáneas, las aceleraciones escandalosas, y el interior, Audi entre los Audis, exquisito. Rodar con él era contradictorio; ¿Cómo podía ser tan rápido y a la vez tan “pesado”?, era como si tuviese su propio sistema gravitatorio dentro del coche. Una gravedad que no dejaba de moverte de lado a lado, en especial clavarte en el respaldo, pero dentro de un habitáculo que parecía inmóvil.

Sus modos de conducción transformaban el coche según tus deseos y/o intenciones, y los elementos de seguridad activa, pasiva y preventiva eran tan perfectos como indispensables para una conducción segura, sobre todo en las carreteras de entonces, carreteras analógicas que no se comunicaban con el conductor como ahora y era éste el que tenía que poner sus 5 sentidos en regular la velocidad de paso por curva y las frenadas de manera manual. A este arcaico proceso ayudaban, y de qué manera, unos frenos de disco cerámicos que si hoy se han quedado obsoletos (la frenada se realiza mediante el propio motor eléctrico) antes tenían un precio prohibitivo y casi los montaban exclusivamente coches de competición.

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Eran otros tiempos, tiempos de grandes, temibles y salvajes bestias.

Hoy.

La verdad es que los 560 cv. del RS6 pelado debían ser pocos allá en 2016, por eso había clientes que optaban por esa versión Performance que ofrecía 605cv. Cierto es que los 3.7 segundos en el 0/100 del Audi y su fantástica tracción total poco podían hacer contra los 2.6 segundos del Tesla Model S P100d, pero también es cierto que con sus 305 km/h de velocidad máxima devolvía la esperanza a los fanáticos de los combustibles fósiles a partir del los 10 segundos de “drag race”porque a partir de 250 km/h ningún eléctrico podía con él.

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Su configuración Avant, con ese portón trasero, era casi una obligación cuando comprabas un RS6. Audi había inventado el segmento de los superdeportivos familiares y a pesar de sus 565 l de maletero se quedaba lejos de los 895 litros del Model S. No te extrañe, al final la arquitectura de un deportivo que lleve un V8 delantero longitudinal turboalimentado hace que no puedas meter mucho equipaje delante, de hecho no se podía meter ni una bolsa de viaje bajo el capó del Audi, no como ahora, que la libertad de ubicar ya no uno, sino varios motores eléctricos permiten arquitecturas que no creerían allá en 2016.

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Lo cierto es que para la anchura de vías del RS6 (mayor que la del A6 avant) no repercute en más espacio interior, y es una pena. Quizás por ello sólo hay dos plazas en los asientos traseros. Visto con perspectiva, y sabiendo lo que sabemos hoy, no dejaba de ser una “arcaica demostración de fuerza”, que al fin y al cabo era la razón de ser de este tipo de coche.

La evolución de las motorizaciones eléctricas se están desarrollando con una velocidad increíble, aquel P100d se actualizaba cada 6 meses, os daría datos de cómo está la industria hoy, pero siendo este un viaje en el tiempo, no me lo permiten. Pero de lo que sí estoy seguro es de que si alguna vez dudé de los eléctricos hoy esas dudas se han desvanecido.

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Su estructura era rígida y con dimensiones fijas, algo normal en la época y con 4.76 m. de largo y 2.81 m. de batalla era un coche más apropiado para curvas rápidas que lentas., el su diámetro de giro de casi 12 metros exigía complejas maniobras de aparcamiento que, si bien estaban asistidas por cámaras y sensores varios, no permitían al coche girar sobre su propio eje, como ahora. Es curioso ver como Audi había diseñado un prototipo llamado RSQ Concept que sí podía hacerlo tal y como se veía en la película clásica “Yo Robot”.

No sé cuanto serían hoy en día los 143.700 € que costaba el RS6 Avant, pero da igual, no hay nada parecido en el mercado hoy en día. Por aquel entonces había una gran oferta de berlinas superdeportivas tanto en Mercedes Benz como en BMW, incluso Porsche tenía un segmento que se llamaba SUV con potencias cercanas a los 600 cv. Menos mal que los SUVs fueron prohibidos por ley hace unos años.

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Mañana.

Mañana es un sitio extraño. Más de la mitad de la población no tiene coche. y de esos casi su totalidad no podrían o al menos no se atreverían a conducir uno por ellos mismos. La conducción autónoma es una realidad, y los automóviles eléctricos están llegando ya a su límite evolutivo.

Seguimos teniendo superdeportivos eléctricos, los llevan futbolistas. La gente que nos gustan los coches de antes intentamos hacernos con alguno en buen estado y cederlo a fundaciones como “La asociación de conservación del cambio manual” o “la cofradía del motor térmico”. Pertenecer a ellas es la única manera de acceder a ellos, porque la tenencia o la conducción de un deportivo por carretera está considerado delito, es como guardar en casa una mina láser de la tercera guerra mundial.

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Todavía podemos ver unidades del RS6 Avant Performance circulando en algún acto o exposición. A la gente le sorprende lo lento que era y lo contaminante, y lo inseguro, lo poco versátil, bueno, qué quieres, con un chasis autoportante. En cualquier caso lo que puedes ver en las caras de los que lo admiran es que, a pesar de que no sabrían ni cómo arrancarlo, lo reconocen como un exponente de una época, El reflejo de las aspiraciones de cualquier padre de familia que querría disfrutar de toda la potencia del mundo, pero con practicidad y seguridad para los suyos.

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Por eso nos encanta el RS6 Performance, uno de los poquísimos coches de antaño que serían capaces de plantarle cara a nuestros deportivos eléctricos de hoy en día.

Lo que daría por tener uno, si no estuviese prohibido, claro. Ya no se hacen bestias como las de antes.

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