Mitsubishi Montero ARC T3. Casi de serie, pero muy en serio.
Participar en el Dakar es una aventura sin igual. Acabarlo es un éxito. Estar a punto de ganarlo en la primera participación está al alcance de unos pocos elegidos. […]
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Participar en el Dakar es una aventura sin igual. Acabarlo es un éxito. Estar a punto de ganarlo en la primera participación está al alcance de unos pocos elegidos. […]
Participar en el Dakar es una aventura sin igual. Acabarlo es un éxito. Estar a punto de ganarlo en la primera participación está al alcance de unos pocos elegidos. Con ustedes, el coche de Rubén Gracia y Diego Vallejo, el Mitsubishi Montero ARC T3 que hemos tenido el privilegio de probar en Vuelta Rápida GT.
Por Carlos Enríquez de Salamanca. @Runisvaiden1 Fotos: Mikel Prieto
Empecemos por el final. Mira el palmarés. Y la ficha técnica, que hemos adaptado para la ocasión. Éste no es un coche normal, aunque la base tiene mucho del Mitsubishi Montero de serie. Seguro que también sabes que Rubén y Diego han cambiado de coche y ahora afrontan el Campeonato de España de Rallyes TT con una L200, con la que —si todo sigue su curso natural— volverán a tomar la salida en el Dakar 2017.
La miel en los labios
En cualquier caso, la L200 tiene mucho que demostrar frente a este Montero T3, que ya ha ganado los campeonatos de 2014 y 2015, además de quedarse a una etapa de ganar su categoría en el pasado Dakar. Rubén y Diego iban primeros en T3 cuando una rotura de una pieza mecánica de la suspensión en la 12ª etapa acabó con sus sueños de gloria. Una etapa casi de transición, de pilotaje puro, ideal para controlar a su máximo rival. Sin embargo, al cruzar el cauce de un río seco, un impacto rompió una pieza de la suspensión delantera. Para colmo de males, no tenían la herramienta adecuada para reparar “insitu” la avería y tardaron varias horas en localizar una llave “grifa”. Tras hacer una reparación de emergencia, al menos lograron acabar la etapa.
En la pestaña dedicada al Dakar 2016 de la web de GPR Competición tienes aún todas las crónicas y vídeos de la carrera, pero aquí te dejamos las declaraciones de Rubén Gracia al concluir esa aciaga jornada. “Fue una verdadera lástima pero no podemos venirnos abajo con la avería sufrida, pues hemos venido realizando un fantástico trabajo durante todo el Dakar. Al paso por un pequeño cauce seco hacia el Km 300 de la especial, un impacto dañó una pieza de nuestra suspensión delantera. Como pudimos y cediendo un montón de tiempo, Diego y yo logramos repararlo y continuar, lamentando durante el resto de tramo ese fatídico momento. Disputábamos una crono bárbara, con un ritmo fantástico. La verdad es que después del lento y penoso evolucionar de estos días anteriores, hoy era un tramo de pilotaje puro, para disfrutarlo a tope. Pero las carreras son así, hoy nos tocó sufrir problemas tal y como otros los sufrieron en jornadas anteriores. Hoy hemos experimentado las sensaciones en la cola del pelotón, el llegar a meta cuando ya no queda nadie. Y de forma un tanto cruel nos hemos visto apeados de la lucha por la categoría T3 con la meta prácticamente a la vista. Pero pese al tiempo perdido, estamos en meta y prestos para disputar y afrontar la última etapa.”
El coche
Antes de subir al coche, un apunte y varios agradecimientos. El apunte, la prueba se celebró en un circuito de tierra y grava en Arganda del Rey, junto al complejo La Cigüeña, propiedad de Teo Martin. Los agradecimientos, a Mitsubishi, a Rubén Gracia, a Diego Vallejo y al equipo GPR Competición por dejarnos probar el coche —recién traído del Dakar—, pero también a Teo Martin. A mí me emocionó eso de tomar un café antes de empezar la jornada en el motor home de HRT.
Como verás en la ficha técnica, el coche no tiene una preparación muy sofisticada. Si acaso, lo justo y necesario para aguantar carros y carretas, para ofrecer una fiabilidad a prueba de bombas. Y, además del indudable mérito que se le debe atribuir a Mitsubishi, algo han tenido que hacer bien en GPR Competición para que este Montero T3 haya logrado el palmarés que tiene. Mucha pasión y mucho trabajo.
Un trabajo que se ha centrado, principalmente, en reforzar chasis, frenos y suspensiones, así como mejorar la refrigeración del motor diésel al que también se le ha aumentado la potencia hasta los 240 CV. Por dentro, eso sí, nada que ver con un coche de serie. El único “lujo” es el aire acondicionado, que no es tal lujo —sino absoluta necesidad— cuando hay que soportar temperaturas de más de 55ºC durante la carrera. Los bacquets, arco de seguridad y demás medidas obligatorias casi pasan desapercibidas ante un interior espartano a más no poder y lleno de botones para ir controlando todos los parámetros del coche; sobre todo el reparto de par y el bloqueo de diferenciales. Supongo que todo se ha adaptado a los gustos “ergonómicos” de Rubén y Diego. Yo no me imagino ir en medio de una etapa cronometrada pendiente de tanto chisme, aunque todo es acostumbrarse.
En faena
Las suspensiones se lo tragan todo. Eso es lo más sorprendente de este coche. Los frenos estaban un poco de aquella manera. Había que pisarlos fuerte y a fondo para tratar de parar el Montero T3, pero a ver qué pretendes después de decenas de miles de kilómetros en el Dakar.
El cambio desluce bastante en el conjunto. No por desarrollos ni relaciones —hay tanto par desde muy abajo que siempre tienes empuje— sino porque al ser de serie tiene un manejo lento e impreciso para un coche de competición. Además, los recorridos son largos, muy largos. El motor no impresiona, pero da fuerza de sobra gracias a la relativa ligereza del conjunto y, como lo mejor está en el bajo y medio régimen, no resulta nada complicado llevarlo en su zona óptima de trabajo.
En los giros, el Montero T3 tiene tendencia a irse de morro en principio, pero a poco que lo balancees y des gas con decisión, la trasera desliza de forma progresiva y el coche te regala una cruzada que puedes hacer más o menos espectacular. Solo hay que tener en cuenta que las inercias son superiores a un coche normal, pero también hay que recordar que los neumáticos ofrecen un grip más que notable sobre tierra y grava. Todo depende de si hay un fotógrafo cerca o un comisario con un cronómetro al final del tramo. Al que esto suscribe no le preocupaba otra cosa que las fotos, por lo que traté de desparramar todo lo posible mientras iba hablando con Diego Vallejo.
Menudo valor tiene este tío, que estuvo varias jornadas subiéndose con la tropa de periodistas invitados a probar el coche. Dirás que se tiene que pasar peor en el Dakar, yendo a mazo, pendiente de la navegación y en parte a ojo tratando de encontrar la ruta correcta hasta el siguiente waypoint. Pero ya te digo yo que con Rubén al volante la cosa cambia de manera considerable. Puedo dar fe de ello porque, al concluir mi turno de pruebas, me tocó subirme en el asiento de la derecha. No me extraña que, después de más de dos años y un Dakar, Rubén Gracia haya logrado este palmarés a los mandos del Mitsubishi Montero ARC T3.