Audi TT Coupé 2.0 TFSI 230 Quattro. ¿Qué quieres ser de mayor?
Si tienes hijos pequeños, seguro que alguna vez les has hecho esa pregunta. Si uno de ellos se pasa la vida pintando coches, volantes y ruedas, seguramente te dirá que […]
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Si tienes hijos pequeños, seguro que alguna vez les has hecho esa pregunta. Si uno de ellos se pasa la vida pintando coches, volantes y ruedas, seguramente te dirá que […]
Si tienes hijos pequeños, seguro que alguna vez les has hecho esa pregunta. Si uno de ellos se pasa la vida pintando coches, volantes y ruedas, seguramente te dirá que quiere ser “diseñador de coches”. Pero entre dibujar y diseñar hay mucha diferencia. Para mí, el nuevo Audi TT es el ejemplo de un buen diseño, aunque su propia personalidad le acaba condicionando.
Por Carlos Enríquez de Salamanca @Runisvaiden1
A mí los diseñadores me suelen dar repelús. Siempre creo que me van a querer vender humo… Ves al tío vestido de Hugo Boss de los pies a la cabeza con unos zapatos de charol de “chúpame la punta” mirando absorto al carrito de la compra y diciéndote a punto del éxtasis: “la tensión creada por las líneas convergentes de la cintura reflejan un dinamismo sin parangón en la categoría”. Yo me quedo pensando que a qué universidad ha ido este pavo, porque si yo tuviera esa verborrea hueca, pero capaz de embaucar a tanto encefalograma plano, me comería el mundo. Por suerte, no todos son así.
Recuerdo hace algunos años una cena con un diseñador de los de verdad, Wolfgang Egger, durante la presentación de no recuerdo qué coche del Grupo VAG. Hablando con Egger, que trabajó en Seat y habla un perfecto español, comprendí y valoré por fin la verdadera labor de un diseñador de coches, que no se limita a dibujar ruedas, volantes y salpicaderos mientras cuenta nubes.
Como siempre, como nunca
Como decía antes, el nuevo Audi TT es el ejemplo de un buen diseño. Porque lo ves por primera vez y sabes que es un Audi por la forma de la parrilla; también sabes que es un TT, ya que conserva la identidad de las dos generaciones anteriores; pero también sabes que es nuevo, porque cada uno de sus rasgos son diferentes. Sobre todo los faros y los pilotos.
Eso es precisamente lo que me comentaba Wolfgang Egger en aquella cena. El trabajo de un diseñador consiste en hacer un coche completamente nuevo, capaz de perdurar en el tiempo sin que su imagen envejezca prematuramente, pero conservando las señas de identidad de la marca y del modelo. Y, por supuesto, que funcione bien, que cumpla con su cometido, que esté a la altura de las circunstancias.
Como verás, la primera parte la cumple de sobra. La segunda es lo que vamos a ver ahora. El nuevo TT es más ligero. Unos 50 kilos con respecto a la segunda generación. La distancia entre ejes crece casi 4 centímetros y también ha aumentado la rigidez torsional. La versión que tenemos entre manos tiene un motor de gasolina de 230 CV, pero con ese mismo bastidor también hay otro TT (el TT S) con 310 CV y podría admitir más.
Además, en nuestro caso disponemos del cambio S Tronic de doble embrague y seis marchas que funciona francamente bien. A ritmo tranquilo la suavidad de funcionamiento del cambio es exquisita y, si decidimos darle una alegría al pie derecho, también se encuentra en su salsa. Si lo que pretendemos es hacer un tramo de rallyes o una vuelta rápida en circuito ya no está tan cómodo. El carácter del motor 2.0 TFSI de 230 CV encaja perfectamente con estas cualidades del cambio. Progresivo pero no explosivo, el sonido se deja notar pero no es molesto, siempre tiene fuerza y empuje de sobra, pero eso no quiere decir que no podamos tratar de ahorrar: el desarrollo en quinta y sexta tira a largo, mientras que entre los modos de conducción tenemos la opción Efficiency que incluye una función de “navegación a vela”.
Quattro mejor que dos.
Con tales mimbres, casi te esperas una suspensión tirando a suave, pero no es el caso. El chasis y la suspensión, por el contrario, parecen estar pensados para otra cosa. La amortiguación es seca, dura y firme, incluso en modo Confort los neumáticos son capaces de “leer” una china que pises, pero con una dirección de tacto curioso aunque no imprecisa.
Pero es que el TT sigue teniendo la personalidad de siempre. No es un deportivo, no lo puedes comparar con un Porsche Cayman o un Boxster. Tampoco es un GTI, no se parece a un Scirocco. Un Peugeot RCZ, su alter ego francés, es más cómodo de suspensión y, por tanto, más equilibrado en conjunto. Pero claro, no es un Audi TT, que a fin de cuentas es el original.
Aunque hay versiones más básicas con tracción delantera, el sistema de tracción total Quattro también ha evolucionado. Ahora es capaz de enviar más par al eje trasero para ayudar a hacer mejor los giros al seleccionar el modo Dynamic. De esa forma, tienes un comportamiento más deportivo y sugerente bajo determinadas condiciones, con la ventaja de que, si te equivocas, la santísima electrónica está ahí para echar una mano al ángel de la guarda.En tramos sinuosos con buen asfalto y firme deslizante, este TT Coupé puede ser una herramienta excelente para pasar un buen rato.
De hecho, a pesar de ese tacto curioso que antes comentaba que tiene la dirección (te da la sensación de que a veces no sabes lo que pasa en el tren delantero), este Audi TT Quattro es capaz de sorprender por su aplomo en autopista y por su eficacia y agilidad en zonas de curvas. Y todo ello sin necesidad de que sudes la gota gorda dándole a la rosca, porque el comportamiento es neutro, seguro y predecible.
Pantallón
Por dentro, además de la buena calidad de acabado o el minúsculo espacio de las dos plazas traseras, hay un par de cosas que llaman la atención. La primera, la inmensa pantalla de la instrumentación, configurable a voluntad y que aglutina toda la información necesaria para el conductor. Es tan grande y se ve tan bien que hasta el copiloto puede verla y manejar casi todas las funciones sin problemas con el mando MMI. Este aspecto es importante porque hay gente que, al ver que no hay pantalla en el centro de la consola, se queja de que el copiloto no puede hacerse cargo de algunas tareas.
La segunda cosa que llama la atención son los mandos del climatizador, situados en el centro de las tres salidas de aire centrales, mientras que en las laterales están los botones para los asientos calefactados. Una solución original que al tiempo satisface la tendencia de los diseñadores a ocultar botones.
El TT Coupé es un coche de fin de semana. Para escapadas a dúo, porque el maletero es amplio, pero siempre que vayamos por buenas carreteras, porque los baches no los digiere tan bien. Fiel a sus genes, es fácil reconocerlo de inmediato, porque así han querido diseñarlo. Y por eso también sus defectos son fruto del tablero de dibujo.
Si además de leernos quieres oírnos, no te pierdas el programa de radio Vuelta rápida GT en la que hablamos largo y tendido de este modelo a partir del minuto 85.
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