Jaguar F-Type S Coupé. Tócala otra vez, Sam
No te creas que este coche tiene nada que ver con Humphrey Bogart, con Ingrid Bergman o con la célebre Casablanca. Simplemente, se me ha ocurrido ese título a esta […]
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No te creas que este coche tiene nada que ver con Humphrey Bogart, con Ingrid Bergman o con la célebre Casablanca. Simplemente, se me ha ocurrido ese título a esta […]
No te creas que este coche tiene nada que ver con Humphrey Bogart, con Ingrid Bergman o con la célebre Casablanca. Simplemente, se me ha ocurrido ese título a esta prueba por la cantidad de veces que he repetido una y otra vez, sin descanso, algunas peculiaridades que tiene este Jaguar F-Type.
Por Carlos Enríquez de Salamanca @Runisvaiden1
Pulso el botón de apertura del cierre centralizado. Sale la manija de la puerta que estaba enrasada. Vuelvo a cerrar solo para ver cómo vuelve a camuflarse en esa poderosa línea aerodinámica e, inmediatamente abro de nuevo para que vuelva a salir de su escondite.
Abro la puerta, miro el interior y empiezo a sentir un hormigueo en la tripa al pensar lo que me espera. Cierro de nuevo antes de subirme. Esto hay que disfrutarlo. Abro otra vez y, por fin, me siento. Me cuesta un poco, porque el coche es bajo y yo viejo, pero no voy a dejar que una b o una v me impidan disfrutar. Por eso, una vez encajado en un puesto de conducción perfecto, no hago ademán de volver a salir. Por mi lumbago y porque de aquí les va a costar sacarme a mis compañeros de Vuelta Rápida GT.
¡Sopla!
Juego con todas las regulaciones eléctricas del volante pero, sobre todo, con las de los asientos. Inflo los laterales del respaldo y la banqueta solo para desinflarlos y escuchar el “fsssss”que viene a continuación. Otra vez, otra vez, solo otra vez.
Pulso el contacto, se encienden las luces del salpicadero y aparecen las toberas centrales de climatización sobre la consola. Apago todo para ver cómo se ocultan y vuelvo a darle al contacto. Suben como si te quisieran avisar de que el coche va a cobrar vida.
Pero realmente, el coche cobra vida cuando mantienes la pulsación en el contacto y arrancas el motor. “¡Brrrrrrrrrrmmmmm!” Un acelerón brutal, contundente, innecesario, maravilloso. La primera vez que te subes a un F-Type y arrancas, ya te has enamorado de él. Si no es amor a primera vista, es a primer oído. Si solo lo arrancas una vez antes de ponerte en marcha, es que tienes sangre de horchata. Como poco, hay que arrancarlo y pararlo tres veces antes de poner primera. Cuatro o cinco si estás en un garaje. Que sepan los vecinos, los mirones y la señora con el carrito de la compra que vas a salir.
Levas, botones y el alerón
Selecciono primera con la palanca; después acaricio la leva derecha a poco más de 15 km/h para poner segunda solo por el placer de poder reducir a primera con la leva izquierda. Me deslizo suavemente por el garaje subiendo y bajando el alerón trasero aunque sé que sube él solo a partir de 110 km/h y baja por debajo de 70.
El interruptor para seleccionar el modo de conducción (Winter/Normal/Dynamic) tampoco se salva. Antes de darle al mando para abrir el portón del garaje he pasado de uno a otro varias veces, disfrutando del cambio de color de fondo del salpicadero en cada ocasión. Lo mismo hago con el que modifica el sonido del escape, aunque ése también va a tener trabajo extra en el próximo túnel.
Salgo a la calle sabiendo que todos los ojos, todos los oídos están pendientes del coche. Es curioso porque el F-Type me parece bastante cómodo para ser un biplaza deportivo. Hasta tiene un “ecológico” sistema de parada y arranque para gastar menos en ciudad.Circula con la suavidad propia de un automóvil de lujo, pero también con el aplomo del que sabe que hay algo muy serio en el interior.
Rienda suelta
Porque hay 380 CV bajo el inmenso morro que están deseando que les des rienda suelta a través de las ruedas traseras. Y son 380 CV de verdad así como unos 450 Nmque salen del motor 3.0 V6 con compresor volumétrico. Hace falta un diferencial trasero autoblocante de deslizamiento limitado —opcionalmente puede estar controlado electrónicamente— para dosificar tanto poderío de manera que la motricidad no se vea comprometida. El sistema de lanzamiento “launch control” se las ve y se las desea para impedir que las ruedas posteriores patinen… Por si acaso, aquí me contengo y no le digo lo de “Tócala otra vez, Sam”.
Pero no es una bestia parda. A lo mejor la versión R de 550 CV sí lo es, pero este F-Type S Coupé es progresivo. No le falta carácter y lo saca a relucir en cuanto pongo el modo Dynamic en circuito. Entonces ya no es tan sutil y si hundes el pedal derecho sin compasión ni contemplaciones conviene que lo hagas con la electrónica conectada. Si lo haces a pelo y no tienes unas buenas manos al volante, mejor que sea con el coche completamente recto y, en caso de elegir el modo intermedio del DSC, a lo mejor te piensas que eres un pilotazo aunque sepas que el que toca el piano no eres tú, sino Sam. La suspensión, al igual que la dirección o el motor y el cambio, también varían su grado de alerta en función del modo de conducción escogido.
Todo personalidad
Por cierto. El que no se libra del toqueteo es el cambio. Las levas tras el volante no se han despegado de mis dedos en varios días. Al cambio ZF le falta un punto de rapidez para ser ideal en circuito, buscando la vuelta rápida, pero sus ocho marchas se suceden una tras otra, hacia arriba o hacia abajo, con una transición entre marchas instantánea y una suavidad impresionante. Porque está claro que el F-Type S Coupé no es el arma definitiva a la hora de luchar contra el crono, pero sí que sirve para pasártelo en grande sin necesidad de dejarte los empastes ni los riñones en los baches. Pero no te olvides que si escoges el modo de cambio manual y el programa Dynamic, el motor llegará al corte sin subir una marcha hasta que tú pulses la leva o muevas la palanca. ¿No querías pilotar? Pues asume que estás al mando de las operaciones con todas sus consecuencias.
Vale, seguro que hay deportivos biplazas o 2+2 más potentes, más deportivos, más eficaces, más baratos o más caros, más lujosos, más espartanos, más ágiles, más ligeros… Para ti la perra chica. Me da igual. No hay ninguno tan bonito como este Jaguar F-Type Coupé. Si acaso, el F-Type roadster. Y es que, como Bogart en Casablanca, yo solo tengo ojos para Ingrid Bergman. Aunque cueste unos 90.000 euros.
El coche, claro.